Por Darío Calvo
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El mal no existe (2023) |
En una reciente entrevista, Ryusuke Hamaguchi en RTVE, el director japonés afirmaba su admiración por Víctor Erice, más específicamente por esa obra maestra que es El espíritu de la colmena (1973). El oscarizado afirmaba el impacto que le supuso la escena en la que un Fernando Fernán Gómez totémico, llevaba a las niña protagonistas a buscar setas, parandose en una. Tras la explicación, el padre de Teresa y Ana aplasta la seta, bajo la sorpresa de ambas niñas y de los espectadores. Esta escena. de entre muchas interpretaciones, nos habla del poder del ser humano tanto para el estudio y admiración de la naturaleza para con su poder de dominación y explotación sobre ella, abriendo un debate moral-ético muy presente en nuestros días.
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El espíritu de la colmena (1973) |
El mal no existe (2023) es la sorprendente nueva película de Ryusuke Hamaguchi, director del reconocido clásico moderno Drive my car (2021) que le catapultó a la fama internacional, estrenada en 1 de mayo en cines y el 30 de agosto de este año. Su nuevo proyecto tras el Óscar sorprende, si ya Drive my car lo hacía en su pausado ritmo y juego de miradas en un relato sobre el perdón, el pasado y la falta de comunicación, El mal no existe lo hace tanto por su sosegado y pausado relato, con un final que da la vuelta al relato, como por su forma a medio caballo entre el paisajismo y el documental.
La vida de Takumi y Hana, huérfanos de madre, en un pequeño pueblo del Japón rural, da un giro ante el peligro de un proyecto de glamping, camping de lujo que se propone a atacar la biodiversidad de la zona. Ante el inminente proyecto, se exhibe un conflicto de intereses entre un pueblo en perfecta armonía con su paraje y una empresa que busca levantar el proyecto lo antes posible ante la posible anulación de sus ayudas. Una empresa cuyos representantes, actores a sueldo, ven como el proyecto ante el cual responden, carece de la sostenibilidad y requisitos requeridos para su puesta en marcha, sin que ellos puedan intervenir.
El filme, de carácter pausado y formas del slow-cinema, se basa principalmente en la vida del pueblo, sus trabajos, cenas y principalmente, relación con la naturaleza. Takumi, alguacil del lugar, vive del bosque, de su leña, de su agua, de su aire, de su paseos con su hija... Encontrando en grave conflicto su modo de vida con el proyecto. El pueblo en mayor medida vive de este paraje, podemos observar como el sustento económico de la zona es el sector primario, y ante el proyecto se encuentran en contra. La película muestra esta importancia de la naturaleza en grandes planos generales, reflejo del papel menor del ser humano en la grandeza del ecosistema, y en sus picados y contrapicados, que refuerzan esa comparativa ante la inmensidad. A este ritmo, y mirada cotidiana, ayuda el recurso de la mirada documental, tanto en las secuencias en coche como en la reunión -de la cual hablaré a continuación-, donde el uso de planos y montaje propios del lenguaje del documental ayudan a la creación de cotidianidad y ritmo que busca el director.
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El mal no existe (2023) |
A esta forma complementa un diseño de audio perfecto, que saca y expone de forma naturalista cada rafaga de aire, cada leño partido y cada pisad en la nieve. Complementada con una banda sonora bestial, aunque invisible, compuesta por Eiko Ishibashi de reminiscencias a la música Ambient y al maestro Ryuichi Sakamoto.
La escena clave de la cinta -sin mencionar esa totémica pieza que supone de apertura y un final que comentaré posteriormente- respecto a los temas de la obra y la apertura de un debate ético y moral, es la reunión entre vecinos y representantes de la empresa -escena muy similar a la reunión de vecinos en R.M.N (2022, Cristian Mungiu), cinta con la que comparte similar final, aunque no temas-. Ante la propuesta exhibida en off por parte de los representantes, el pueblo responde con preguntas y quejas de todo tipo, donde lo que parecía en un mero trámite para la realización del proyecto, se convierte en una demostración de la avaricia de una empresa que prefiere acabar con un ecosistema autosostenible del que viven animales y personas por igual. "Lo que ocurre arriba, afecta a los de abajo", dicen los vecinos ante la contaminación del pozo subterráneo por la mala colocación de la fosa séptica del camping. ¿Qué derecho tenemos los humanos a la expropiación de la naturaleza?¿A contaminar poco para maximizar costes? La solución expuesta por el propio Takumi es "el equilibrio", un equilibrio dícil, el de la naturaleza con el hombre, que los vecinos han establecido pero que es impensable para la corporación. Tema medioambiental, no solo dificil, sino de relevancia para Japón, sino en occidente, donde las empresas energéticas, poco a poco se comen más la biodiversidad y el sustento de muchas familias, solo mirad As Bestas (2022, Rodrigo Sorogoyen).
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R.M.N (2022) |
Lo más chocante del filme es su final. Donde el conflicto del filme es llevaba al extremo y donde las pequeñas pistas en forma de pisadas, miradas y sonidos forman un puzzle de respuestas muy abiertas. No quiero hablar de él, para no arruinar la sorpresa, pero le da una relectura al filme y sentido al título porque, ¿acaso existe el mal?
Una cinta recomendadisíma, tanto por sus temas de actualidad como por su forma, bellísima en composición y música, así como retrato del mundo rural japonés. Vedla, con el corazón abierto a debate y con ganas de ver algo nuevo y diferente. Es una gran pequeña película. A mí solo me queda ver el resto de sus películas y esperar que nos trae en la próxima.
PD: También recomendar R.M.N, drama rumano acerca de la inmigración en Europa. Recomandaría As Bestas, pero cuento con que ya la habréis visto.
Bibliografía
Días de Cine: El mal no existe
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