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Sobre Julia Ducournau

Por Darío Calvo




Siguiendo el consejo de Alejandro G. Calvo, mi crítico -o mejor dicho entusiasta- de cine favorito, voy a empezar una sección en este blog llamada "Sobre...". En esta, una vez al mes, haré un repaso a la filmografía de un director. Un repaso a sus películas, estilo, temas,... así como a su futuro en la industria -esto último claro, si siguen en activo-. Quería hacer una introducción más pomposa al respecto, pero creo que es mejor dejarlo en esta breve introducción. Vamos al grano, Julia Ducournau. 

Julia Ducournau (París, 1983) es una de las directoras francesas más destacadas de la actualidad. En parte, por convertirse con su película Titane (2021), en la segunda ganadora de la Palma de oro de Cannes, tras Jane Champion en El piano (1993) y seguida el año pasado por su compatriota, Justine Triet, con Anatomía de una caída (2023). Heredera de la nueva carne de Cronenberg -adelanto desde ya que será uno de los próximos directores en tener una entrada en el blog-, así como del extremismo francés de inicios de milenio, su cine es visceral, morbido y carnal, con un acercamiento al cuerpo, mayormente al de la mujer, desde el prisma de lo sexual, aunque siempre desde una mirada feminista. Si bien sus películas juegan dentro del fantástico, con lo grotesco como eje principal -abordando de la fusión de materias carnales al canibalismo-, siempre lo hace a partir de la metáfora, jugando con estos elementos para el tratamiento de temas humanos y universales: la aceptación, encajar, la familia, etc. Aquí abordaré su producción para la gran pantalla, omito sus trabajos para televisión y publicidad, reduciendo su obra a un corto y dos películas.



Junior (2011)

Justine, apodada Junior, es una chica de apenas trece años, de aspecto masculino, llena de granos y siempre en chandal. Su vida de preadolescente ordinaria dará un vuelco cuando su cuerpo empiece una extraña metamorfosis, que la enfrenten a su grupo de amigos.

Si algo es este corto es tanto una declaración de intenciones -sus temas y carácter metafórico por la vía del fantástico-, como principalmente la representación de los cambios físicos y mentales de una adolescente marginal en ese complicado paso de pre-adolescencia y adolescencia a la adultez. Como ya he dicho, la película, proyecto beta de la increíble Crudo, representa esto a partir de las apariencias y la transformación física de la protagonista, que pasa de ser una más de su grupo de amigos, plagado de gallitos misóginos, a una pieza discordante con el desarrollo de su cuerpo y toma de identidad física y mental. Para ello, y esto no es un punto negativo, se llena de estereotipos, que ayuda tanto a la rápida conexión con los temas y la protagonista, como a poder narrar sin apenas diálogo, por la creación de situaciones que a todos nos son comunes.

A nivel visual se nota un gusto visual y estilo, plástico y al grano, que poco a poco se va desarrollando en su filmografía, con ese gusto por lo desagradable y mórbido.




Raw (2016)

Justine (Garance Marillier, protagonista de Junior y la película para televisión Mange (2012), de la misma directora), una joven de 16 años, ingresa en la facultad de veterinaria. Proveniente de una familia de vegetarianos, en el colegio mayor la espera su hermana Alexia (Ella Rumpf), la cual poco a poco le muestra un nuevo mundo, lleno de seducciones tan simples como probar la carne. Apoyada por su incondicional compañero de habitación Adrien (Rabah Nait Oufella), empieza un viaje de decadencia en el que buscará encajar en la facultad, mientras el hecho de probar carne la provoca drásticas mutaciones a nivel físico y mental.

La cinta, una opera prima deslumbrante, se mantendrá constantemente entre el drama y el terror más físico. La salida de la zona de confort, así como la llegada a un mundo diferente, poblado de gente nueva y que choca con sus ideales, provoca una crisis ética y moral en la protagonista, que ve sus valores aplastados. Si bien esto se muestra de forma explícita a lo largo de la cinta, se materializa en la aversión por la carne de la protagonista. Su condición de vegetariana, se ve en entredicha con su hermana mayor, la cual come carne e incita a Justine a comer. Una vez la joven prueba bocado, la seguirá una espiral de obsesión cegada por la búsqueda de probar de nuevo bocado. Un duelo moral y ético, que representa el paso de la comodidad de la infancia al caos y dualismo de la adultez, donde todo lo que creías y te habían enseñado se ve en entredicho. A esto se unen factores externos que acrecientan el conflicto interno de la protagonista: su condición de niña prodigio (que produce fricciones en su relación con alumnos y profesores), el despertar sexual (propio de estos años y acrecentado por su atracción por el cuerpo humano), la importancia de la apariencia en este mundo superficial (son recurrentes los diálogos sobre el estado físico de la protagonista, "la belleza es dolor", le dice la hermana)... y su hermana, una despreocupada estudiante que representa todo lo que Justine no quiere ser.

Es aquí donde entra el fantástico, por la vía del canibalismo. Obsesión y adicción a la carne humana, que la protagonista desarrolla poco a poco -apegado a un contexto y situación realista, alejado de la más fantástica Hasta los huesos (2022, Guadagnino)-. Poco a poco esta obsesión se irá complicando con la decadente realidad social de nuestra protagonista. Esta adicción se enrevesa con el despertar sexual y su relación con la comida. A lo que se une el setting, una facultad sacada de Carrie (1976, De Palma), cuyo rito inicial es un homenaje a la mítica lluvia de sangre del relato de Stephen King. Es partiendo de esta vertiente donde se origina una puesta en escena bebedora del género del terror.

La cinta tiene una clara construcción de atmósfera, orientada hacia el terror. Aunque con un visión más cercana del género a Gaspar Noé, que a las corrientes americanas. Su proximidad al género es más propia de la construcción de atmósfera y tono, que a la creación de una montaña rusa emocional. La cámara siempre sabe donde colocarse, para partir de la nada y acabar el travelling en el más absoluto horror. La imagen resulta expresionista -mediante el uso del lenguaje cinematográfico para la exploración de los sentimientos y emociones de los personajes- y plástica -por la construcción de secuencias horripilantes desde el montaje, uso del diseño sonoro y la creación de imágenes degradables, tanto las relacionadas con la ingesta humana como con las relacionadas al maltrato animal-.




Titane (2021)

Alexia (Agathe Rousselle), una stripper marcada con titanio por un accidente automovilístico de su infancia, se ve envuelta en una espiral de desesperación. Siendo la huída, su última alternativa se ve atado a Vincent (Vincent Lindon), un bombero, el cual la confunde con su hijo. Poco a poco, ambos personajes marginales, encontraran en el otro una nueva familia, mientras el cuerpo de Alexia, ahora convertido en Adrien, sufre numerosas mutaciones. 

Aunque bajo esta sinopsis parezca esconderse una cinta cercana al drama, la polémica ganadora de la Palma de oro en su edición, se desenvuelve como un filme de fantástico minimalista, con toques del Cronenberg de los noventa. Ahuna violencia, sexo, muerte, identidad, nueva carne y metal, en una cinta indescriptible, cuyas imágenes dicen todo. Estos dos parias, abandonados por sus respectivas familias, encuentran en el otro la sanación, aunque su relación se sostenga en mentiras. Personajes límites: ella es una asesina fugada, con un posible embarazo, en plena transformación sexual, con una doble mutación -vía embarazo, vía cambio de género-, la cual no encuentra su lugar en el mundo; él, un bombero ataviado en un mundo de hombre con el recuerdo de su hijo desaparecido siempre en mente, y con un cuerpo anciano sobrecargado de esteroides a punto de colapsar. Y pese a ello, consiguen en el otro ese algo, que les hace seguir viviendo. He obviado aquí muchos elementos como son la identidad de género -cuyo desarrollo viene ligado a los cambios que experimenta Alexia, en esta cinta el cuerpo de la mujer recuerda a una máquina de tortura-, el deseo sexual -por la vía de Crash (1996, Cronenberg)-, la aceptación social, etc. Es densa en temas, que se abordan en muchos campos de forma ambigua y conflictiva, tanto por personajes muy duales, como por el enfrentamiento al propio espectador. Aunque todo desde un prisma marcadamente social.

Si he nombrado Cronenberg, es porque esta película se siente casi como un homenaje al cine más extremo de finales de los noventa y de los dos mil. Cronenberg, con las transformaciones físicas a lo Videodrome (1983), así como en la pulsión sexual marcada por el metal superado el cuerpo humano de su polémica Crash. Pero también hacen acto de presencia Gaspar Noé -la puesta en escena llena de neones, claroscuros y banderas de francia son fundamentales en la construcción de atmósfera-, como Brian De Palma -por la vía expresionista de sus planos y el uso de planos partidos tan extremos-. Entre lo ya dicho, destaca una plasticidad suprema, que convierte toda imagen en una obra artificiosa para el deleite u horror del espectador. Resulta en una evolución del filme anterior, empujando al extremo su características visuales, en un baile de luces y cuerpos extremo a nivel narrativo y visual. La acción, violencia y tensión se equilibra con el fuego, omnipresente en los momentos de mayor conflicto interno de sus personajes. 

A lo que ayuda un diseño sonoro genial, en la creación de atmósfera y tensión narrativa. Ya sea los latidos del corazón del coche que inicia el embarazo, los bailes mórbidos que expresan en esta película más que ninguna palabra o en la escena a lo giallo -entre el horror y el humor negro-, la cual gracias a la música se desenmascara como un baile violento. Porque al final todo en esta cinta se basa en bailar al son de una música tan desagradable como a veces es la vida.

Si bien es cierto que por la vía narrativa, la cinta es un reto, su puesta en escena extrema y plástica, da pie a escenas tan terribles como fascinantes. Sembrando la semilla de lo que con el tiempo será una obra de culto.




¿Y en el futuro? Tras la victoria en el festival, Ducournau ha trabajo en dirección de capítulos de series para streaming, así como en campañas de publicidad. Aunque a lo que nosotros nos interesa es el festival de Cannes de este año, donde Neon, la distribuidora norteamericana adquirió la nueva película de la francesa Alpha. Proyecto en postproducción y distribución próxima, de la cual solo conocemos un reparto encabezado por Golshifteh Farahani y Tahar Rahim. Según los productores, su obra más compleja y personal, lo que es mucho decir de la nueva maestra del fantástico.
 

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