Por Darío Calvo
Creo que pocas películas me han impactado como lo ha hecho Irreversible (2002). Una cinta visceral, brutal, social, experimental,... Pero ante todo, distinta. Un cine muy vivo, como obra de arte y expresión artística. Cogiendo lo peor del ser humano, para plasmarlo y hacernos dudar de nuestra propia moral. Un maestro cuyo cine aterra tanto por su forma, como -y mayormente- por su contenido. Pese a lo difícil y salvaje de la propuesta, la segunda cinta del director argentino se ha convertido con el tiempo en una de mis películas favoritas, aunque sea incapaz de ver la infame escena.
En la retrospectiva de este mes, Gaspar Noé, maestro del cine alucinógeno. En un viaje por sus seis largometrajes y dos mediometrajes, de Carne (1991) a la reciente Vortex (2021).
Pero antes, un breve contexto ¿Quién es el director franco-argentino? Gaspar Noé nacido en Buenos Aires, en 1963. Hijo de Luis Felipe Noé, reconocido artista plástico y miembro del grupo "Nueva figuración argentina" en el cual el director encuentra un referente, vivo una infancia a medio camino entre la capital argentina y Nueva York. Con el Golpe de Estado, en 1976, se familia exilia a Francia, empezando Gaspar sus estudios de cine en la capital. Dadas sus influencias, el director abordará la complejidad en la toma de decisiones humana frente a situaciones límite, marcadas por la ira, la angustia y el deseo sexual. Su escasa filmografía es en parte herencia de dichos temas, difíciles de abordar y de escaso valor lucrativo.
Carne (1991)
Un carnicero (Philippe Nahon), abandonado por su esposa, tiene que encargarse de la hija de ambos, una niña con autismo. El día que tiene su primera menstruación, el carnicero, intenta asesinar a un hombre, presunto violador de su hija, siendo arrestado en el acto.
El mediometraje inicial de la filmografía de Noé es un aclara declaración de intenciones, una obra corta que contiene gran parte del sello autoral del realizador que poco a poco irá desarrollando. En un mediometraje explícito en imaginería -el inicio en clave documental es insoportable-, con escenas de una angustia e incomodidad patente.
Un relato amoral sobre como el medio influye en los individuos, a través de un carnicero en horas bajas atacado por un mundo decadente y cruel, así como por el silencio de su hija, el cual encuentra el placer y fuga en la carne -"Lo voy a carnear" llega a decir-, ya sea en la comida o el deseo físico. Por otra parte, está su hija, una adolescente criada frente a la pantalla por un padre omnisciente, que la ve más como un lastre que como ser humano. Ante una situación límite, el resultado no es otro que el odio y la ira, fruto de la frustración vital. Un relato que pese a todo, mantiene los pies en la tierra y advierte al espectador: "¿Estás seguro de que controlas todo?", "Puedes perder todo lo que tienes en un segundo". Lo acontecido no es más que un reacción realista ante el contexto, lo que liga con los recursos documentales iniciales. Todo con una estructura poco ordinario -como nos tiene acostumbrados-, que pese a narrar de forma lineal, lo hace mediante continuos saltos temporales conectados por intertítulos.
Si bien los planos estáticos son marca del filme, estos se aderezan por el uso de movimientos bruscos de transición. Además, nos encontramos con sellos marca de la casa, en el uso continuo uso de intertítulos con fin narrativo y estético, como en el color saturado y amarillento de sucesoras como Irreversible.
Seul contre tous (1998)
Un carnicero (Philippe Nahon) tras la presunta violación de su hija, siendo esta internada, se muda al interior de Francia junto su actual pareja. Lo que parece un viaje a la felicidad se convierte en un infierno para el maniaco protagonista.
Continuación de Carne, el debut en la dirección de largometrajes del francés es único y provocador. Establece las bases de ese estilo tan único que ha ido desarrollando a lo largo del tiempo. "La moral es para la gente que tiene", con esta frase Noé expone de forma clara su cinta. Una película social, desesperada y al borde del abismo de un personaje ambiguo y difícil del que apenas oímos más allá de su monólogo interno. Pensamientos intrusivos que revelan la verdad de una persona desdichada. Cogiendo el planteamiento de Carne -la cinta resume en un montaje fotográfico los sucesos del corto y el origen del personaje-, en su secuela haremos un viaje por la Francia oculta, todo desde una variación tonal entre el drama social y el humor negro. Una exploración psicológica de la soledad existencial y la desesperada búsqueda de un algo, que impulsa la violencia física, verbal, el racismo o el suicidio. "Morir debe ser como dormir, pero mejor". Todo fruto de la frustración vital y la injusticia. "Vivir es un acto egoísta". Un terror agónico y costumbrista que recuerda al estilo de Lars Von Trier.
Si bien bajo un estilo más sobrio y cámara "fija", Seul contre tous es formalmente claramente una cinta de Gaspar Noé. En sus impactantes golpes sonoro, colores ocres, claro-oscuros, uso de intertítulos y otros manierismos propios del argentino. En esto destaca la cuenta regresiva en el final del filme que advierte sobre los últimos compases de la cinta. La cinta más provocadoramente social del director es una pequeña joya del director a destacar.
Spoiler alert! No me gusta hablar en este blog ahondando en spoilers. Tanto por los posibles lectores, como en caso de volver a ver una de las cintas mencionadas y no destriparme la misma. Pero necesito hablar de este final. Reforma lo construido a lo largo del filme, reformulando temas y acciones. La sombra de la pedofilia presente a lo largo de la película y el corto, finalmente golpe en un arrebato de amor y odio. Todo desde un prisma subjetivo en un viaje del perverso viaje del héroe.
Irreversible (2002)
Marcus (Vincent Cassel) y Pierre (Albert Dupontel) buscan venganza por su propia mano cuando Alex (Monica Belluccci) sea violada a la salida de una fiesta. Ambos, novio y ex novio, se verán envueltos en una terrible espiral de violencia y paranoia.
Irreversible es el magnum opus del director argentino. Una obra donde su estilo formal extremo y su provocadora narrativa se dan la mano, en un equilibrio casi imposible de violencia y dolor. "El tiempo lo arruina todo" y es que la segunda cinta de Noé versa acerca del tiempo y su irreversibilidad. Esto da pie al eje narrativo metafórico central, ya que los trece planos secuencia que articulan la cinta se encuentran ordenados al sentido inverso, empezando el filme en el desesperado final y terminando en una alegre escena resignificada en tono de pesadilla.
Irreversible es retorcida, en su estructura y trama. Al reordenar la historia las rimas narrativas se invierten, convirtiendo los momentos de felicidad inicial -basándonos en su orden cronológico- en escenas de tortura psicológico para el espectador. La cinta creando una sensación de angustia distinta a lo antes visto y reforzada gracias a su elección formales y estilísticas. Causa que la segunda mitad de la cinta, post violación, abandoné la violencia dantesca de los antros iniciales, abrazando la triste máxima de conocer el futuro. Una tragedia griega invertida que muestra a personas normales -tan normales que consumen droga para divertirse- ante una situación de deshumanización en respuesta al terrible suceso vivido. Una cinta realista, en un tratamiento de personajes naturalista mediante una construcción lógica desde la acción y el diálogo.
Pero si esto funciona, es gracias a un atmósfera aterradora teñida de tonos amarillos saturados. La cámara se mantiene en continuo movimiento durante toda la cinta. Un movimiento enigmático, orgánico y casi aleatorio que incrementa la desorientación del espectador, recurriendo únicamente al plano fijo para los momentos de tensión y asfixia máxima, resultando hasta violentos. Una cinta de transiciones nítidas apoyadas en colores o espacios oscuros que da fluidez al conjunto sin llegar a abrumar. Todo envuelto en los destructores ritmos de la omnipresente banda sonora de Thomas Bangalter -miembro de Daft Punk-, otro de los cimientos del filme.
Poco puedo decir que no se haya dicho ya de esta película. Vedla, con cautela, pero vedla. Es una de esas experiencias terribles, a la vez que fascinantes, en la cual no dejarás de pensar.
Enter the void (2009)
Oscar (Nathaniel Brown), traficante de droga americano, vive junto a su hermana Linda (Paz de la Huerta), prostituta, en la capital nipona. Cuando este es asesinado en una redada policial, iniciará un viaje psicodélico espiritual a través del espacio y el tiempo.
Enter the void, el cuento espiritual de Noé basado en Bardo thodol (o Libro tibetano de los muertos), es el filme más ambicioso, grande y extremo del director. Tras el reconocimiento de su cinta anterior, Noé fragua su obra más grande a escala y producción. Un viaje por la vida, la muerte, el más allá; todo desde la ambigua relación de dos hermanos solos en el mundo.
El consumo de droga es uno de los elementos clave en la cinta. La forma -más extrema si cabe que en sus anteriores iteraciones- se supedita al fin último de conseguir imitar a nivel visual, un viaje alucinógeno causado de la injerta de estupefacientes. A nivel narrativo es la muestra de un descenso a la nada y la búsqueda desesperada de cinco segundos de placer. Un descenso a lo más oscuro de la sociedad japonesa: mafía, droga, sexo, prostitución... En el que Oscar acabará empujando a su hermana. Relaciones abusivas de dependencia como eje del retrato social y generacional del filme, ya sea entre drogodependientes o hermanos. Un descenso a la noche japonesa plagado de neones, luces estroboscopicas, efectos alucinógenos... En un largo viaje post mortem. "...Es como si morir fuera el último viaje".
La cinta se estructura en tres partes, diferenciadas por montaje, puesta en escena y sentido. Una secuencia inicial en plano secuencia del día a día de nuestros personajes, en una sorprendente primera persona. Un viaje por el pasado de los hermanos desde una perspectiva en tercera persona, siempre desde la espalda de Oscar. Así como una cámara espectral errante, entre el sueño y la realidad, que recorre Tokyo purgando el alma de nuestro protagonista en su camino a la reencarnación. Una maravilla visual y estética de una belleza extrema que lleva el estilo del director al siguiente nivel.
Siendo la película más extrema y ambiciosa del director, esta producción Francia-Alemania-Italia tiene un gran problema en su equilibrio. Una obra tan grande y aspiracional se mantiene en una cuerda floja complicada entre lo aburrido, hortera y pretencioso. Y es que la cinta cae en el exceso de duración y redundancia. Siendo su primera hora y media impactante y fascinante, un Noé en sus mejores momentos; el resto cae en la repetición falta de foco y excesiva. No es una mala película, la cinta más difícil del argentino es un viaje fascinante que se debe vivir, pero peca de no encontrar ese equilibrio forma-narrativa de sus mejores cintas, resultando hueca a momentos.
Love (2015)
Murphy (Karl Glusman) se despierta con la llamada de la madre de su exnovia, el 1 de enero. Su nueva vida con Omi (Klara Kristin) y su hijo de dos años da un vuelco con la desaparición de Electra (Aomi Muyock). Las memorias de su vida juntos vuelve ante la duda de su actual relación.
Love es una película difícil de clasificar. Como afirma su director, no busca parecerse a un género cinematográfico, sino a la realidad, lo que convierte al drama inicial en un caleidoscopio de emociones y sensaciones. Partiendo de una estructura no lineal, el filme tiene como epicentro la relación entre Murphy y Electra. Una relación, de amor, destrucción, adicción, frustración... Y sí, sexo, mucho sexo. La película, prohibida a menores de edad, gira entorno al deseo sexual como una droga para ambos, de placer y dolor. El sexo es real, lo que abre un melón complicado respecto a la moralidad morbosa de grabar dicho acto, así como del límite entre el arte y la realidad ¿Acaso no son los mismo? Esto es usado tanto por su fin narrativo, narrar la vida de forma lo más real posible, como por acto de provocación. Aquí no hay erotismo barato. Lo que queda claro desde la primera imagen de la cinta.
Pero, ¿qué es el amor? La cinta con sus continuas idas y venidas, sus celos y abrazos, busca explorar el mismo desplegando el abanico completo de emociones y acontecimientos. La cinta explora temas como la naturaleza de la vida en pareja, del deseo sexual, la perteneciente, el hastio, el aborto o la consumación del amor en el sexo. "No hay nada mejor que follar con alguien que quieres" afirma el protagonista masculino, segundos antes de poner los cuernos a Electra.
¿Qué es amor? ¿Cuál es el significado de la vida? "Amor" responde la protagonista. Un caleidoscopio de perspectivas, de frases y actos en un viaje, que progresivamente se desenmascara como la caída de Murphy, un hombre del que se dice no sabe amar. Es la ley de Murphy. Aunque es patente la visión melancolía de la vida que busca Noé, en una de sus cintas más autobiográficas, de la que impregna su pensamiento. Murphy, estudiante de cine, afirmará "Quiero hacer películas de sangre, esperma y lágrimas". ¿Hay mejor forma de resumir su cine que esta? La cinta es una exploración de la vida, desde una perspectiva más melancólica, como afirma el director, influenciado por la muerte de su madre durante la creación del proyecto. "La vida no es fácil". El director se desnuda, "Soy solo una polla. Y una polla no tiene cerebro", explorando el mundo del amor desde la toxicidad del mundo masculino.
Una cinta que carece de los locos giros de cámara de Irreversible, en una cinta de planos largos, estáticos en muchos casos. Aunque la variedad de recursos es muy amplio: uso del plano cenital, cámara en tercera persona -al estilo de Enter the void-, la narración en off, el plano secuencia, recursos lisérgicos -en momentos clave con respecto al consumo de droga-, la música -que si bien por momentos puede romper la atmósfera enaltece los momentos más dramáticos-... Y el fundido a negro, que emplea Noé como elemento transitivo. Es claro el símil con el pestañeo. Pese a todo posee un problema en su duración, el chicle narrativo-sexual se estira a un máximo que resulta autoparódico, lo que hace perder empaque a un tramo final que se siente un poco vacío.
Climax (2018)
A mediados de los noventa, un grupo de bailarines celebra una fiesta en honor al inicio de su gira. Todo dará un giro tras la ingesta de una sangría aliñada con alucinógenos. Atrapados en una decadente fiesta, los miembros del grupo se verán envueltos en una espiral de ira, sufrimiento y depravación.
Es complicado clasificar a Climax, de la que se puede decir supera el medio para convertirse en la experiencia. Un descenso continuo hacia la moral más baja, producida por el consumo de alucinógenos. El filme no solo es un potente retrato del consumo, sino de sus consecuencias llevadas a una situación extrema -el encierro de personajes muy limítrofes entre si-. Una muestra de la condición humana puesta en una situación excepcional que saca a relucir lo peor de nosotros mismos: la violencia, la acusación, la mentira... Y todo bajo un fuerte deseo sexual incipiente, que exaspera, aún más si cabe la situación. Personas de un dominio completo de su cuerpo, perdiendo el control progresivamente.
La película tiene su éxito en el planteamiento. Un grupo de personajes, todos ellos diferentes en personalidad, en trasfondo y en mutua relación, creando un relato coral; un estacio extremo, un colegio laberíntico sin escapatoria; y un banda sonora electrónica demencial omnipresente con participación de Aphex Twin, Thomas Bangalter o Giorgio Moroder. Estos elementos combinados dan pie a una cinta desenfrenada de relaciones extremas entre los elementos y magnificados por el elefante en la sala, el apartado formal.
Si la trama es de por si un ejercicio extremo, su puesta en escena lo es aún más. Los recursos estilísticos/narrativos previos en su cine están aquí presentes pero aderezados por un uso del plano secuencia asfixiante. La cinta se estructura en secuencias diferenciadas. Desde un inicio en traveling cenital que inicia el suspense, seguido de un conjunto de entrevistas a los protagonistas y de un largo plano secuencia musical, de una bella deslumbrante. Tras una secuencia de diálogos paralelos, empieza la acción, la sangría es servida. A partir de aquí la acción se fragmenta en largos planos secuencia de creciente vértigo. "Vivir es una imposibilidad colectiva", afirma el filme. Todo, en una coreografía macabra con una cámara empujada por cuerpos contorsionados. Es difícil definirla. Es un baile dantesco que debéis ver y como reza el poster, "probar".
Lux Æterna (2019)
Charlotte Gainsbourg interpreta a una bruja siendo quemada en la hoguera. Mientras charla con la directora, la débutante Béatrice Dalle, los problemas de producción saldrán a la luz con el inicio de filmación.
El mediometraje que parte desde un punto de partida meta referencial, todos los personajes se interpretan a sí mismos, se desenvuelve durante su desarrollo como una interesante pieza artística con temas de interés social. Se contraponen dos ideas principales: el retrato de una industria decadente desde el punto de vista del equipo de filmación y el retrato de la actriz, una bruja moderna con fecha de caducidad.
Empezando por esto último, la película empieza primero como un retrato del papel de la mujer en la industria cinematográfica, mediante el intercambia de anécdotas entre compañeras de profesión. La cinta hace una radiografía del papel femenino en la industria, ya sean las actrices menospreciadas hasta el hartazgo y supeditadas a las órdenes de productores a mando. "Es la vida de las actrices. Tienen fecha de caducidad" dice uno de los personajes de la película. De forma visual, el filme expone la supeditación a los roles de género en la primera toma del rodaje, donde la pantalla partida muestra a una actriz sufrida y a un director de fotografía en puro éxtasis grabando el momento. Por otro lado, Béatrice, la directora que a lo largo del filme es silenciada, vapuleada, menospreciada y en última instancia criticada al intentar hacerse escuchar. En ambos casos, la mujer queda relegada al único papel de peón en la industria, con el hombre como figura dominante y regidora. Volviendo a la conversación inicial, Béatrice comenta de uno de sus papeles como actriz: "El productor era una caricatura... Lo quería todo sexi".
Por otra mostra la cara B de la industria, un rodaje desastroso que cae por su propio peso. Ideas descabelladas, productores intentando adaptar la obra para eliminar la visión de la autora, fallos en el equipo técnico, desorganización... En un relato cinematográfico sobre como la industria vuelve locos a sus integrantes, en la cara menos amable del mundillo. Una pelea de egos que si funciona en parte es gracias a la ambigüedad de sus personaje siempre en conflicto interno.
Lo anterior se ve reforzado por el abrumador lado formal del filme. En este nos encontramos que viejos conocidos del director. El uso de intertítulos con citas de artistas ilustres (Buñuel, Dreyer, Dostoievski...) ayuda a reforzar los temas de la cinta, mayormente los relacionados con la producción cinematográfica como ejercicio de fuerza mayor. Por otra parte el uso de manierismos visuales de carácter expresivo: la pantalla partida -que empleará en su posterior Vortex-, la cámara en mano con travellings infinitos y asfixiantes o las luces de neón palpitantes en una espiral cromática devoradora -que da pie a un final anticlimático y descorazonador-. Una unión de lo primitivo y arcaico, tanto por la vía de la brujería, como por la elección de formato que si bien es cambiante en muchos casos busca ese manierismo del cine original. Lo que demuestra el uso de metraje del filme Dies irae (1943) del citado Dreyer.

Vortex (2021)
"Para todos aquellos cuyo cerebro se pudrirá antes que su corazón". Una emocional a la vez que cercana mirada a la vida en pareja de dos ancianos intelectuales. Él (Dario Argento), un crítico cinematográfico con secuelas tras un derrame. Ella (Françoise Lebrun), una ex psiquiatra con un creciente Alzheimer. Juntos intentan lidiar con los problemas de sus médicos así como con el continuo paso del tiempo.
Vortex es una rara avis en la filmografía del director, a la vez que la evolución lógica de su narrativa. Fuera de los neones y las angulaciones imposibles, este pequeño relato posee tanto una contención narrativa anteriormente no vista, aún manteniendo el estilo personal del argentino. Una cinta de horror mundana, de un terror costumbrista inspirada en las experiencias vitales del director y escritor, influenciado por su reciente derrame cerebral y la muerte de su madre. Esto convierte la cinta en su filme más biográfica del director, además de ser aquella con los pies más puesto en una realidad cotidiana fuera de manierismos narrativos e iconográficos. Partiendo de un guión de apenas diez páginas, ambos protagonistas -estrellas indiscutibles del medio- crean personas reales en su ambigüedad, partiendo de una improvisación natural y sosegada. La cinta explora temas complicados recurriendo al intercambio de puntos de vista. El paso del tiempo y la vejez, la enfermedad, el consumo de drogas como adicción y medicina o el destino colisionando en un filme coral, cuyo espacio, la casa compartida, se convierte en un personaje más. Un espacio de ambos y para ambos, donde colisionan dos personas diferentes con vidas diferentes. Los únicos mediantes entre ambos, esta casa construida bajo libros y un hijo (Alex Lutz), en su particular espiral de destrucción.
A lo que se añade un potente comentario metacinematográfico en la figura de Dario Argento, maestro del giallo, en su papel como crítico. Recuperando al Argento crítico, Noé se permite reflexionar sobre el cine y su naturaleza como sueño y memoria. "Soñar como soñaban Fellini o Mizoguchi" dice el italiano en la cinta. Un homenaje al director que recurre en otra escena a la banda sonora de Hasta que llegó su hora (1968, Leone), película escrita por el propio Argento.
Aunque recurriendo a un estilo más reposado y reflexivo, Noé deslumbra formalmente a través del uso de la pantalla partida. Siguiendo una cámara a cada uno de los protagonistas en simultaneidad temporal, recurso empleado por el director con anterioridad. Este elemento narrativo refuerza los temas antes expuestos, dos perspectivas de una misma historia intercambiables en un juego narrativo-artístico único. El uso del plano secuencia y el plano fijo en la cinta es demoledor, incrementa los sentimientos y la emoción en una espiral de miedo, angustia, estrés y destrucción. Un juego en el que conocemos dos personas que no se reconocen mutuamente en sus actos. Es aterradora, alegre, angustiosa... Desesperada. Otro recurso interesante es el uso de recursos radiofónicos, para la transmisión subtextual de mensajes acerca del duelo y la memoria, así como la clásica combinación de colores ocres y formatos variados del director.
Un antes y después en la filmografía del enfant terrible del cine francés que consigue un equilibrio máximo de fuerza narrativa y visual, que no siempre consigue. Posiblemente su mejor puerta de entrada y un nuevo camino a tomar.
Su cine entre lo provocador y visionario, es sin duda, uno de los referentes del cine europeo actual. Por su fuerza narrativa y visual. Aún en proyecto desconocido tras la película colectiva Circus Maximus (2023) junto a Nicolas Winding Refn o Harmony Korine para el disco UTOPIA del rapero Travis Scott, Noé promete siempre sorprender con sus cintas. En respuesta a su reciente Vortex, en recientes declaraciones planteó la posibilidad de hacer una cinta sobre niños entre los tres y cincos años. Aunque de acuerdo con el portal The Film Stage, el director se encuentra en Italia preparando una nueva cinta protagonizada por Cate Blanchett y Franz Rogowski. No sé que esperar de su nueva cinta. Solo que, como sus anteriores, va a dar que hablar.
Comentarios
Publicar un comentario