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Sobre Alejandro Jodorowsky

 Por Darío Calvo




Novelista, guionista, dramaturgo, poeta, mimo, músico, filósofo, psicomago... Alejandro Jodorowsky (Tocopilla, 1929) es un auténtico hombre del renacimiento, en cuya obra converge el arte, la filosofía y la psicomagia, siempre desde la experiencia de renovación y despertar místico. Como bien llegó a decir el chileno -de ascendencia judío-ucraniana- en sus entrevistas, su entrada en el cine vino marcada por la masa. La cualidad del cine para calar en la masa gracias a su gran capacidad de distribución. Pero Alejandro no se limitó a la simple adaptación de su teatro -arte en la que participaba asiduamente como escritor y director- al cine, sino que lo revolucionó mediante la subversión de la imagen al simbolismo y espiritual, todo desde la vanguardia. Hacer películas por arte y transformación, no para ganar dinero.

Jodorowsky es por pleno derecho un director de culto fundamental -sobre todo por su tetralogía mexicana-, fruto de inspiración tanto en el cine -David Lynch ha intentado colaborar y financiar sus proyectos en numerosas ocasiones-, como en otros campos como la música -Lady Gaga, Marilyn Manson y Kanye West- o el cómic -por su enorme labor junto a Moebius-. Fruto de inspiración universal, ¿qué lo hace tan especial? En este recorrido por su filmografía busco resolver esta pregunta, además de hacer una visión general de su cine y su historia. Sumerjamonos, dejemos que su cine, hablé por él.




La cravete (1957)

Un joven poeta, interpretado por el propio Jodorowsky, descubre una tienda de cambiado de cabezas. Asustado en un inicio, decide cambiar de rostro con el fin de enamorar a su amada. Cuando esta le rechaza, ya es demasiado tarde y el pequeño comercio está cerrado.

Este primer trabajo cinematográfico del director, es un pequeño corto, adaptación de un relato de Thomas Mann. Si por algo destaca es por su producción y narración, porque todo se relata usando mímica. El corto carece de textos y diálogos transmitido todo desde las expresiones y fisicalidad de los actores, así como por el uso de música. Por otra parte, la producción, vestuario y escenario que ayuda a la creación de un microcosmos onírico que claras reminiscencias al expresionismo alemán. Parece un coloreado a partir del negativo de El gabinete del doctor Caligari (1920, Weine). Su mezcla de surrealismo, circo y romance resulta curiosa, más aún por el desarrollo de su filmografía.

Dato curioso, este corto se consideró perdido por muchos años. No fue hasta 2007, que una copia due encontrada en un ático de Alemania.




Teatro sin fin (1965)

Teatro sin fin o Melodrama sacramental es una pequeña pieza de carácter documental, consistente  de la grabación de distintos hapennings, "Efímero pánico", de 1965 en París. Creaciones del grupo Pánico -Topor, Arrabal, Alain-Yves Leyaouanc o el mismo Jodorowsky-, que promovían una amplia ruptura con el teatro coetáneo por la vía de la forma, espectáculos irrepetibles de carácter espontáneo, así como por la provocación: uso de la violencia, el desnudo, símbolos sexuales y religiosos... Y todo con un marcado sentido del subconsciente, representado nuestros sentimientos reprimidos y violentos por la vía simbólica. Resulta interesante como muestra de un tipo de teatro rompedor y gran influencia en el futuro, de manos de uno de sus creadores; así como por mostrar una faceta del director que es desconocida para el público general, además de ligar con su ópera prima.




Fando y Lis (1968)

Fando (Sergio Kleiner), impotente, y Lis (Diana Mariscal), paralítica, parte en búsqueda de la ciudad de Tar, lugar del éxtasis espiritual. Recorriendo un páramo onírico, esta bizarra historia de amor se vuelve en una espiral de desesperación, en camino lleno de pruebas acerca del amor, la muerte o el pasado, hacia un futuro incierto.

Basada en la obra teatral de Fernando Arrabal, Fando y Lis fue la primera gran producción de Jodorowsky en el mundo del cine. Producción mexicana de escasos medios, se convirtió rápidamente en pieza de culto. Estrenada en 1968, durante la XI Reseña Internacional de Acapulco, la película es censurada y prohibida, hasta su exhibición en el país en 1972. Pese a ello, y junto a sus siguientes producciones mexicanas, se convierte en pieza de culto y obra de inspiración para directores coetáneos como José Bolaños, Rafael Corkidi o Juan López Moctezuma. Así como un pilar del cine underground

Es un filme rompedor, que resucita el surrealismo cinematográfico del primer Buñuel -al cual admiraba-, en un cine heredero del grupo Pánico. Grupo de vanguardia teatral, aglutina características y temas del "teatro del absurdo", "teatro de la crueldad", la cine-poesía de Cocteau, el cine grotesco-fantástico, el surrealismo y la pantomima del mundo de mimo. Así la película es una combinación de estéticas y temas, que versan sobre los pilares de estos movimientos, además de contradictoria en el enfrentamiento de realidades opuestas de . Una historia de amor bizarro, entre el sadomasoquismo, la dependencia y la duda, envuelta en un viaje por lo más profundo de un méxico deslavado y desolado, durante el viaje vemos llanos abandonados y restos de lo que podría ser ciudades. Todo rodeado por un realismo simbólico, que saca lo peor de nuestros personajes con cada desafío. Cada escena viene marcado de un suceso, que a la vez habla y establece un tema, todos relacionados con el despertar y deseo sexual y su raciocinio. De este modo, la escena inicial, donde Fando es seducido, acaba en una broma, mostrando la inocencia de Fando y su impotencia, ya sea por natural o ante la incompatibilidad con Lis. O, otro ejemplo, el desfile de drags, donde atraído por ellas, Fando es travestido, en una crisi de orientación y género, que como todo en esta película empieza como acaba, por sorpresa. Y es que esta película es siempre inesperada y salta entre escenas sin llegar a cortar en ningún momento, con un desarrollo de personajes y temas sorprendente que no deja indiferente. De este modo, todo resulta en la creación de un cosmos onírico-simbólico que complementa el carácter surrealista del filme. Además de en enmarcarse en la búsqueda vital de Tar, lugar de éxtasis espiritual, lo que marca un camino al trascendencia, con la muerte como tema principal -una de las grandes escenas del filme ocurre en un cementerio, en una escena muy similar a los últimos compases de Easy rider (1969, Hopper)-.

El montaje debe de las fuentes antes descritas, con Buñuel como estandarte, principalmente diría yo La edad de oro (1930). Así, si bien la obra tiene una estructura lineal alrededor del viaje trascendental, organizado en cantos como si de Divina Comedia se tratase -de hecho, las ilustraciones de intermisión y créditos son ilustraciones de la misma-, el montaje juega entre el presente y pasado con desdoblamientos temporales ilógicos de realidad y tiempo. Todo con un estética de mezcla surrealista y expresionista, términos que son hermanos.



El topo (1970)

En un Oeste imaginario, un vaquero, el Topo, emprende un viaje a través del desierto en búsqueda de los cuatro "maestros" del revólver, con el fin último de encontrarse a sí mismo. Un viaje trascendental y espiritual, de años, en una transformación vital tanto de nuestro héroe como del propio espectador.

Si algo, El topo es una revolución del cine de género. Coge el western, aunque más cercano al spaghetti aún siendo una producción mexicana, para narrar el viaje trascendental de un personaje encarnación de Cristo -aunque son muy claros los paralelismos a Buda o al Siddharta de Hermann Hesse-, por la vía de Leone y Corbucci -el final es puro El gran silencio (1968)-. Esta fusión de simbolismo onírico y espiritual aplicado a la acción dio pie a la primera gran película de culto de la historia -dentro de las cult classic midnight films por su proyección en sesiones especiales a altas horas de la noche. Una road movie imposible, que parece evolución lógica de Fando y Lis, con una estructura de viaje imposible hacia la espiritualidad y el uno mismo. El objetivo del director era desmentir el mito hollywoodiense del salvaje Oeste, para ello recurre a la subversión de temas e imágenes, en contraste con su Oeste personal de la vida en Chile -en esto recuerda al cine de Glauber Rocha, guarda enormes similitudes con cintas como Antonio das Mortes (1969)-. Durante la producción, fue introducido al budismo, chamanismo, brujería y el consumo de drogas, que influenciaron enormemente el resultado final. El objetivo iniciativo de la cinta busca la toma de conciencia espiritual del público.

La película sorprendió en su momento, ya no solo en su forma y su apuesta rompedora -un contrawestern o western iniciativo-, sino por la combinación de elementos de espiritualidad oriental y cristiana -a los que añaden otros conceptos filosóficos como la caverna de Platón-, así como su producción. Por una parte, el uso de actores mutilados enanos -con su correspondiente comentario social en la película-, como por su grabación fuera de los sindicatos y asociaciones cinematográficas de México. El fuerte rechazo de su filme anterior aunque castigar a la recién fundada Producciones Pánicas, aunque gracias a la inversión del millonario Rosemberg, contaban con apoyo extra -aunque se trata de un ajustado presupuesto de 400.000 dólares-. Aprovecharon decorados de cintas coetáneas, además de grabar su mayoría en páramos y desiertos exteriores.

La obra aprovecha sus recursos al máximo en una cinta deslumbrante, de colores cálidos de gran fuerza narrativa. El cineasta plagado de símbolos, ya sean cristianos u orientales. El más claro son los "maestros" del revólver, simbolizando cada uno a una religión: hinduismo, sufismo, budismo y taoismo (en el respectivo orden de aparición). 

La cinta de escasa distribución inicial se convirtió en obra de culto entre los miembros del movimiento hippie -John Lennon la consideraba una obra maestra-, lo que otorgó un alto estatus internacional a Jodorowsky dentro del cine independiente, así como financiar su obra más grande, sin contar Dune, de la que luego hablaremos.



La montaña sagrada (1973)

Definir La montaña sagrada es complicado. El alquimista (Alejandro Jodorowsky), reúne a un grupo  de personas, representando cada una a un planeta, con el fin de emprender el camino a la isla de Loto. Allí, les aguarda la montaña sagrada, en cuya cima residen los Dioses que dominan el mundo. Un camino ciego a la inmortalidad, que se va desenvolviendo en una exploración vital.

La tercera y más ambiciosa película del chileno, si obviamos Dune, es un relato rompedor e indescriptible, cuyos temas pesan aún a día de hoy. El turismo, el rastro colonial, el mercantilismo y la vanidad de a religión, la deshumanización del amor y el arte, la venta de armas al servicio de los gobiernos... Por la vía de una parábola espiritual de perdón y salvación, mediante el ascetismo y el bien común. Una evolución el relato de su filme anterior, mediante el ahondamiento en temas de vigente actualidad -representando cad personaje uno-. Una purgación que saca a relucir lo mejor de nosotros mismos. Cargada de connotación espirituales, el filme está cargado de simbolismos, ya sean cristianos u orientales. Hacen acto de presencia el eneagrama sufí, los siete chakras del hinduismo, ejercicios zen, nociones tanto de la cábala judía como del libro de las mutaciones taoísta, en una síntesis de filosofías orientales de cariz iniciativo. De hecho, durante la preproducción, se destinaron 3.000 dólares por actor -todos ellos no profesionales-, a la formación espiritual de los mismos, de mano del esotérico boliviano Óscar Ichazo.

Pero, hablemos de la producción. Tras el éxito contracultural de El topo, Jodorowsky quiso hacer una nueva película con capital americano hablada en inglés -su filme gozó de enorme éxito en el mercado estadounidense-. Allen Klein, mánager de The Beatles y The Rolling Stones, decidió invertir en la producción. Tras encadenar fracaso en el medio, confió en el chileno por recomendación de John Lennon y George Harrison, los cuales leyeron el guión y quedaron fascinados. Con un capital inicial de 750.000 dólares, que se acabo duplicando, el productor nunca pidió explicaciones, confiando enormemente en el proyecto del director. La producción se alargó en la postproducción, donde Jodorowsky tuvo que hacer cribado de las más de treinta horas filmadas -existen dos cortes del filme: uno de dos horas y cuarto, únicamente visto en Cannes; así como una de casi dos horas, la versión estrenada en cines y posteriormente remasterizada bajo acuerdo de director y productor-, donde se eliminaron hasta cinco escenas -por diversos motivos, relacionada una de ellas con la pedofília en la Iglesia-, como se añadieron voces en off. El filme se construyó en la grabación y el montaje, ya que nunca existió un guión cerrado, sino que todo partía de una serie de borradores.

La película está construida como un viaje similar a El topo. Una presentación a nueve personajes, nueve aspectos negativos de la sociedad, que abandonandolo todo se embarcan en un viaje de superación del Yo. Número nueve simbólico relaconado con el eneagrama sufista o con los nueve caballeros de Heliópolis. La cinta cargada viene cargada de símbolos desde su mera concepción, la de la existencia de una montaña sagrada común en todas las religiones. A esto ayuda l preciosa fotografía, llena de espacios subliminales, que ensalza los símbolos del filme e impulsa a la introspección de los personajes y de uno mismo. El objetivo del filme fue impulsar la introspección y viaje personal del espectador acabado el filme, una toma de conciencia espiritual y psicológica, teniendo como puerta de entrada el viaje espiritual de unos personajes, que no son más que caras de los distintos rostros del "éxito".

La película se muestra como un paso adelante respecto a la aspiración espiritual del director con El topo, aunque también rime con su cine anterior. Con sus secuencias surrealista y puesta en escena expresionista. La escena en el bar, recuerda mucho a Fando y Lis.

Tras un discreto paso en la edición de Cannes de 1973, presidida en esta edición por Ingmar Bergman, la película fue reeditada, para la posterior estreno en salas convencionales. Aquí gozó del éxito de sus anteriores filmes, dentro de una contracultura americana que se maravillaba con sus filmes. Revalorizada con el tiempo, se convirtió en su cinta más famosa. Una cinta imperecedera, que sigue hablándonos de temas actuales y como superar los aspectos negativos de la sociedad mediante la meditación. 




Jodorowsky's Dune

Tras el éxito improbable de La montaña mágica, Jodorowsky, apoyado por el productor francés Michel Seydoux, se embarcó en la producción de Dune, adaptación de la novela homónima de Frank Herbert. Entre los miembros del staff, grandes artistas como Dan O'Bannon, H. G. Giger, Chris Foss o Moebius -alma creativa del clásico scifi Alien: el octavo pasajero (1979, Scott)-, que revolucionarán la ciencia ficción en los 70 y 80. Entre el elenco, Orson Welles, Mick Jagger o Dalí, al ritmo de bandas como Magma o Pink Floyd. Su Dune, a caballo entre el texto religioso y el sueño metafísico, buscaba plasmar en sus imágenes los efecto del LSD, en búsqueda del despertar espiritual de los espectadores. Una profecía moderna herida de muerte por la industria a la cual pertenecía, y es que acabados los preparativos, listos para rodar, el proyecto perdió su financiación y lo que prometía ser "la obra más importante de la humanidad" en palabras del equipo quedó en un libro enciclopédico, compendio de guiones e storyboards. La razones de la cancelación, muy simple, una obra poco convencional demasiada cara para la antigua Hollywood y su desorbitada duración -entre las 12  y las 20 horas-. 

Si bien el proyecto quedó en saco roto, su libro y equipo dio pie al scifi actual, dando pie a la mencionada Alien, a La guerra de las galaxias (1977, Lucas) y a una sucesión de obras que revolucionaron el cine coetáneo. Jodorowsky uso lo aprendido y junto a su amigo Moebius dará pie a su saga de cómics El incal. Si quereís saber más, recomiendo encarecidamente Jodorowsky's Dune (2013), documental de Frank Pavich, que a partir de entrevistas al equipo de producción reconstruye la visión del chileno del libro así como la loca producción de la película más grande jamás hecha.




Tusk (1980)

Ambientada en la India colonial, en seno de una familia rica inglesa, nacen un elefante, Tusk, y una niña. Criados juntos, entre ellos nacerán fuertes lazos de empatía que nadie podrá romper.

Tras el éxito de La montaña sagrada, el productor de la misma le pidió la dirección del filme erótico Historia de O -proyecto que acabará realizando en 1975 el director Just Jaeckin. Tras el abandono al proyecto de Dune, que duró de 1973 a 1977, Jodorowsky afrontaba malos tiempos debido al gasto económico de continuos viajes París-México. Así, acepta el encargo del producto Éric Rochat de realizar Tusk, adaptando la novela de Reginald Campbell, con el extra de poder vivir unos meses en la India, el país de sus sueños. Los problemas económicos del productor hundieron el resultado final -una cinta para niños desastrosa atacada de problemas de producción-, así como un distribución inexistente -la película solo se vio en Francia, en un desastre promovido por la nula promoción-. El equipo productor destrozó la cinta en postproducción, según el director su voluntad era distinta y haría falta al menos media hora extra para resultar decente. Como afirma Diego Moldes en su libro del director: "Nadie ha sabido ver en el film otra cosa que una mala película infantil, con un montaje defectuoso, incluso chapucero y poco profesional".

En mi caso, y para mi desgracia, no he podido ver la cinta. La única copia que obtuve resulta ininteligible, un metraje incomprensible totalmente destruido de un color abominable. La película no se estreno en España, ni existe remasterización, en un particular caso de lost media. Si consigo verla de algún modo, modificaré este apendice.




Santa sangre (1989)

Fénix, interpretado magistralmente por Axel Jodorowsky, vive encerrado en un manicomio. Atacado constantemente por su pasado en el circo de su padre, donde trabajaba como mago, y por la sombra de su madre, líder de la secta apocalíptica "Santa sangre". Escapando de la institución en búsqueda de libertad, el joven mago deberá huir de los fantasmas de un pasado, que tiene más vida de lo esperado.

Para los años ochenta, Jodorowsky había abandonado el cine y el teatro, en pos de su creación en el campo de la literatura y el cómic. Fue el productor Claudio Argento, hermano del archiconocido maestro del giallo Dario Argento, quien le llamó en 1983. El productor buscaba separarse de su hermano producción un filme fuera de su Italia natal, contactando con el Chileno. Rapidamente, Jodorowsky le entrega el manuscrito inicial de Santa sangre, cuya grabación se retrasará cinco años ante la falta de financiación. La producción italo-mexicana resultante es un filme de terror, en la primera intromisión del director en el mismo. Obviamente, Jodorowsky le da un giro al género, aunque lejos de un caso tan radical como El topo. En su película más mexicana en iconografía y exteriores, como dijo el productor: "un director loco, para una ciudad loca".

La cinta cuenta con dos partes abiertamente diferenciadas. Una parte inicial, la infancia de Fénix, juventud del protagonista en el circo familiar, en un relato claramente felliniano -tan claro como que transcurre en el circo, territorio predilecto del italiano-, del quién el director se consideraba admirador. Una segunda, la fuga y descenso a la locura de Félix en su adultez, en una pieza de género, donde el director da pie a su vena más surrealista por la vía del terror simbólico. Esta segunda con rimas claras a sus coetáneos del género en tierras italianas -el filme parece una sucesora muy lejana de Profondo rosso (1975, Argento), así como de filmes clásicos del género, ya sea la Psicosis (1960) de Hitchcock o las cintas de terror de la Universal studios -El hombre invisible (1933, Whale) es mencionada y parodiada en la cinta-. En una película que resulta más clasicista que sus cintas anteriores, en la que destaca un montaje y uso de las transiciones mejorada con el tiempo, a partir de rimas visuales y auditivas -y un uso del traveling más estilizado-. Es, junto a La montaña sagrada, el filme donde mejor se recurre a uso de música, siempre desde un uso manierista pero cargado de simbolismo y emoción. Fulminante es sin duda la escena del teatrillo subterráneo, escena máxima de la cinta, de la cual parece beber David Lynch en proyectos como Twin peaks (1990 - 2017) o Carretera perdida (1996).

Aún así sus temas recurrentes vuelven. La cinta es un viaje de liberación espiritual, que es alcanzado gracias al amor en última instancia -estructura clara de sus anteriores películas-. Aunque bajo un cariz de inicio más negativo: las disputas entre las figuras paternas, el abuso físico y de poder, el deseo y dominio sexual, un fantasma del pasado que se convierte en obsesión -esto último por la vía de apariciones surrealistas y secuencias oníricas-... Así como un gusto por lo grotesco y excéntrico en puesta en escena y actores fue de los cánones. Eso sí, dentro de una visión más realista del mundo, el un relato con los pies en la tierra, que siempre por la vía de lo expresionista, no deja de tener la sinceridad e algo vivido. Y es que nos encontramos ante un filme de carácter autobiográfico que bebe de las obsesiones y vida del director y guionista -aunque en los créditos también figurasen Claudio Argento y Roberto Leoni-. Un filme de antivenganza, que sobre matar el pasado y seguir adelante. Cinta imprescindible, joya del género, que desde su estreno en Cannes en 1989, no ha hecho más que ganar adeptos.




El ladrón del arcoiris (1990)

Dima (Omar Sharif) y el príncipe Meleagre (Peter O'Toole), dos personajes marginales que viven en una alcantarilla bajo la ciudad. A la espera de la muerte del tío Rudolf (Christopher Lee), parten en busca del final del arco iris en búsqueda del oro en su final.

Tras el gran recibimiento de Santa sangre, Jodorowsky dirigiría por primera vez una cinta industrial. Esta The Rainbow Thief , con un presupuesto de diez millones de dólares -trece en su final-, grabada en inglés -producción británica- y además con la oportunidad de contar con actores de primera talla -O'Toole y Sharif, en su reencuentro tras Lawrence of Arabia (1962, Lean), además de la participación del polifacético Christopher Lee en dos escenas de la cinta-. Encargo del productor Alexander Salkind, partiendo del guión de su esposa Berta Domínguez D., admiradora del director chileno en su faceta cinematográfica y teatral. 

El objetivo del productor era claro, hacerle un regalo a su mujer, financiando un gran proyecto a partir de su guión. Una cinta por encargo, al igual que Tusk. Pero si en Tusk, el problema fue el montaje; aquí lo era el guión. Un guión vacío carente de carisma, que intentando copiar el alocado estilo de Jodorowsky, se queda en una cinta vacía, aún con sus toques simpáticos. El director confesó la imposibilidad a lo largo del proyecto de retocar la más mínima línea del guión. De hecho, en su visión personal, el filme alcanzaba las dos horas. El estudio roeocó la cinta, evitando cualquier interferencia

Los actores lo dan todo, en papeles hechos a medida. O'Toole, loco excéntrico, parece una parodia de su personaje más mítico; y Sharif, un clown patético, está divertidísimo y emociona como pocos gracias a su gran expresividad facial. He dicho que el filme es malo, no del todo. Su aparto visual a todo color, en lo que parece una Londres producto de los sueños, deslumbra, así como los travelings, marca del director, aquí lucen espectaculares, gracias a la mejora en medios y settings. Su parte final, diluvio universal, saca a relucir todo el más lado metafórico y simbólico de la cinta, además de conseguir cas por arte de magia, que te interesen los personajes, los cuales hasta aquí parecen simples cáscaras. La conexión final entre Dimas y el príncipe es enternecedora, en ese último gesto dador de vida. Así, el resultado es una rara avis en su tiempo, a medio caballo entre la genialidad y el desastre.

Dato curioso: aunque obviamente la recaudación no es significativo del valor artístico de una película, la cinta supuso una pérdida de 10 millones de dólares. Un regalo, un tanto desproporcionado.




La danza de la realidad (2013)

De carácter plenamente autobiográfico, Jodorowsky plasma aquí sus recuerdo de infancia en Tocopilla (Chile).  Un reconciliación con su pasado, donde plasmar la complicada relación con sus padres, un comunista recalcitrante y una madre obsesiva, regidores de la tienda "Casa Ukrania"

Después de veinte años de proyectos inacabados -principalmente por problemas de financiación-, entre los que figuran Viaje a Tulum -adaptación de un cómic de Milo Manara con guión de Fellini-, Los hijos del Topo -secuela de El Topo con David Lynch en el papel de productor-, renombrada Abel Caín por un problema de derechos inicial o King Shot -spaghetti western de ciencia ficción post apocalíptica protagonizada por Marilyn Manson y producida por David Lynch-; Jodorowsky consiguió financiación para la adaptación a la gran pantalla de sus memorias homónimas. Michel Seydoux, productor de la fallida Dune, se reencontró con Jodorowsky en la grabación del documental Jodorowsky's Dune. La amistad retomada entre director y productor, se tradujo en el regreso al cine del director en su ansiada adaptación. 

En su particular Amarcord (Fellini, 1973), Jodorowsky reconstruye su infancia, su pasado, por la vía metafórica. Reconstruye lo real y espiritual, recurriendo a una puesta en escena expresionista de toques oníricos, aunque siempre desde un prisma positivo, en una continua purga de sus fantasmas, en este retrato único de la Chile de inicios del siglo XX, donde el director expone la complicada relación de su familia, de ascendencia judío-ucraniana, durante la primera dictadura chilena. Los actores a las directrices del psicomago, Brontis Jodorowsky -hijo del del director- en el papel de un padre duro en plena crisis de valores, incapaz de educar; así como una Pamela Flores sorprendente, cuya emoción se transmite a viva voz. La película, siempre inesperada, se convierte en una narración única, retrato de personajes ambiguos, a la par que reales. Con un marcado matiz simbólico, que rodea su mundo y personajes, ensalzando los temas del filme: encontrar tu sitio en el mundo, la influencia de los padres, el despertar del sentido espiritual o el mundo desde el prisma de un niño y su proceso de madurez. Además de las continuas apariciones del director en pequeños monólogos de carácter marcadamente teatral.

Un filme arriesgado de carácter curativo, que reconstruye a su autor y principalmente a su padre por a la vía del sueño, el humor y la compasión, de componente marcadamente surrealista. En un acto de liberación psicomágico de valor inconmensurable Una cinta, que en su tono apesadumbrado introduce matices de humor y alegría, en un cinta cuyo baile tonal y narrativo no siempre cuaja igual. Y es que es esta pérdida de foco, la cinta encuentra su peor baza, sin empañar un cuadro único.




Poesía sin fin (2016)

Continuando con la labor iniciada por La danza de la realidad, este filme narra los años de juventud del directo, abandonando su hogar, Tocopilla, e instalándose en la Capital chilena. Poco a poco se libera de su pasado limitante para adentrarse en el círculo artístico bohemio del Chile de los años 40, donde conoció a artistas de la talla de Enrique Lihn, Stella Diaz Varin o Nicanor Parra, en un proceso de despertar artístico continuo.

La cinta inicia como una continuación de La danza de la realidad, empieza donde acaba la cinta anterior con Alejandro y su familia dejando su lugar natal. El prologo, llegada e instalación de la familia Jodorowsky en Santiago de Chile, es probablemente su parte más débil. Una continuación de su predecesora, donde ningún personaje parece haber aprendido nada. Con la ruptura del árbol genealógico, metáfora incluida, empieza el verdadero filme, un despertar poético y artístico donde Alejandro, en esta nueva ciudad pueda expresarse libre del que dirán. Un descubrimiento continuo de personas, disciplinas, y sobre del arte como herramienta de despertar y sanación.

Una película de marcado carácter biográfico, retrato de la juventud de Alejandro, a la vez que del colectivo artístico del Chile de aquellos años. De sus obsesiones, obra y ganas de ruptura, destrucción de estatua de Neruda incluida. En una cinta que como su anterior recurre al surrealismo y la simbología para narrar emociones y desnudarse ante el espectador, en forma de poemas o recurriendo al clown. Un debate sobre el arte como corrupción y abandono. En una cinta formalmente continuista con su predecesora, en un mismo fin, reconciliarse y encontrar en sus vivencias, una fuente de inspiración.




Psychomagic: A Healing Art (2019)

El propósito último de la psicomagia es lograr que cada individuo construya una idea propia de lo sagrado en base a la cual pueda curarse, mediante la realización de acciones metafóricas que interpelan directamente al inconsciente e intervienen sobre él como hechos efectivos.

La psicomagia es una terapia mediante actos de carácter artístico-curativo, creada por Jodorowsky en un ejercicio que combina chamanismo, teatro, poesía, tarot, psicoanálisis... "Crear un arte para sanar". Partir de un trauma -de herencia familiar o social-, de carácter psicoanalítico, para conseguir una acción o acto catártico de liberación espiritual. Una técnica novedosa y simbólica de la unión natural de arte y curación. Esta película documental está construido a partir de grabación y recortes de casos reales de psicomagia, partiendo desde su caso inicial. 

Se reconstruye el proceso de los mismos: captación del trauma desde el diálogo y la confrontación, la exposición de los problemas, el posterior tratamiento, así como el después del enfermo ya sanado gracias al poder del símbolo. Peleas fatricidas, traumas de infancia, parejas en situación límite... Un recopilatorio de casos variopintos cotidianos y como esta terapia intenta solucionarlos. Si bien a nivel conceptual, es genial, peca de sobre expositivo. Pese a la intencionalidad, obviamente positiva y optimista, se vuelve repetitivo al reciclar estructura de forma continua, además de caer en la falta de cortes, lo que da un ritmo en exceso lento y pesado. Aunque es indiscutible su valor como documento y retrato de esta técnica. El marcha de los muertos que da broche final es indiscutiblemente bello.

Sorprendente es desde el luego el uso de escenas de la filmografía del director para representar situaciones y emociones, además de demostrar como de forma inconsciente Alejandro había recurrido en muchos casos a esta terapia de forma directa e indirecta. Un cierre a su carrera cinematográfica que unifica su obra dándole un añadido valor terapéutico.




El cine de Alejandro Jodorowsky es un tótem, una fuente de inspiración infinita llena de símbolos, reflexiones e ideas. Un cine mágico y espiritual que cree en el espectador con el cual establece un diálogo personal, en búsqueda de la evolución personal de espectador, pero siempre desde el arte. Un cine que cree en el espectador y crece dentro de él. Una filmografía combativa, de un artista en conflicto con su medio de expresión, pero en la cual, siempre prima la libertad. Ved a Jodorowsky, al menos sus filmes mexicanos, en serio, no os van a dejar indiferentes.



Bibliografía
Alejandro Jodorowsky (Diego Moldes, Ediciones Cátedra (Grupo Anaya) -Signo e Imagen/Cineastas-, 2012)

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