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Especial Navidad vol.I (Stanley Kubrick)

 Por Darío Calvo



"Last Christmas, I gave you my heart, but the very next day, you gave it away..."

Ups, me habéis pillado en mitad de un villancico. En estos tiempos de paz y felicidad, a mí, se me han atragantado los polvorones y el trabajo. Lo que inicialmente iba a ser un especial hablando sobre uno de los directores más importante del cine patrio... pues ha resultado ser inviable debido a mi ocupación en asuntos varios. Es así como he decido cambiar el enfoque para este "Sobre...". En vez de abordar la filmografía completa de los directores voy a centrarme en visionar y analizar las películas que aún no he visionado de Stanley Kubrick y Robert Bresson, dos maestros indiscutibles del cinematógrafo. En el caso de este primer especial son apenas tres cintas, de su etapa inicial. Mientras que en el caso del francés, al que destine el primer artículo del blog, nos encontramos con seis películas de toda su filmografía. Al final, no deja de ser un regalo para mí mismo al poder completar el visionado de dos de las carreras más fascinantes del medio.



Killer's kiss (1955)

Un boxeador en horas bajas (Jamie Smith) salva a su vecina (Irene Kane) de las manos de su jefe (Frank Silvera). Este fortuito encuentro los acercará dando pie a una posible relación sentimental a la cual el jefe de ella se opone.

Con apenas 13.000 dólares el debutante, Stanley Kubrick, financió su primera película, Fear and Desire. Si bien, el producto resultante no fue del agrado del director, que intentó por todo medio eliminar las copias de la misma, le permitió financiar su gran debut y segunda película. Killer's kiss, de un presupuesto de 40.000 dólares, demuestra un paso de gigante del director en comparación a su primera cinta, un híbrido entre Sin novedad en el frente (1930) y Apocalypse now (1979) que se quedaba a medio gas pese a sus brillantes ideas. En este caso, aún con los obvios problemas arrastrados por el escaso presupuesto, nos encontramos una cinta entretenida y atmosférica, aunque resulte más estereotípica que el resto de su cine. Una cinta noir de carácter melodramático con un final adrenalínico en la confrontación final de dos hombres.

La ciudad de Nueva York, llena de corrupción y mayoritariamente de soledad, se convierte en un personaje más, gracias a una cámara brillante que Kubrick sabe aprovechar al máximo. Una cinta de amplios claroscuros con trucos visuales en la creación de esta atmósfera tan opresiva, con escena de hacha con claro paralelismo a Jack Torrance de su mítica El resplandor (1980).



Atraco perfecto (1956)

Johnny Clay (Sterling Hayden), recién salido de la cárcel, planea el golpe de su vida. Formando un grupo de colaboradores dispar, intentará atracar el banco del hipódromo local. Un plan perfecto para atraco perfecto... ¿o no?

En su tercer filme, Kubrick adaptará la novela Clean Break (Lionel White). Gracias a su unión con James B. Harris, productor de la NBC, fundaron Harris-Kubrick Productions, permitiendo crear la primera gran película del director. Una película puro noir con muchas de las características clásicas del género, femme fatale incluida. Una pequeña máquina de relojería, cuyos engranajes representan a cada personaje. Todo en el filme cumple un porqué, hasta el último caniche. Aunque parezcan piezas inconexas, acaban dando pie al conjunto final. De este modo, un insulto puede quitar la vida. Esto hace especial una cinta de dos partes diferenciadas: la creación del plan perfecto, con el consiguiente planteamiento de piezas, y el atraco con huída, donde el conjunto cobra un nuevo sentido. Y que permite una exploración más profunda de los personajes, que aumenta la tensión e intriga en lo acontecido. Todo, sobre el comentario acerca del papel del individuo en la sociedad y la imposibilidad del individualismo, en el personaje de Johnny, tema esencial en la obra de Kubrick.

La puesta en escena es milimétrica como el guión, lo que permite un relato cuyo diálogo es hasta prescindible. Como seña de su posterior estilo, los travellings horizontales en los interiores, con un claro paralelismo a Senderos de gloria (1957).

Una pequeña (en escala) pieza noir, que representa el primer punto de inflexión en el desarrollo de su posterior obra, abriendo la entrada del neoyorquino a los grandes estudios.



Espartaco (1960)

Espartaco (Kirk Douglas) era un esclavo tracio, vendido como gladiador, que lideró la rebelión de los esclavos (73-71 a.C.) contra la República Romana. En su camino, sus filas fueron agrandando con el objetivo común de ser libres y volver a su respectivos hogares. Aunque la República, en plena mutación, se opondrá con mano de hierro.

Tras el éxito de The Killing, Kirk Douglas firmó con la productora del director para la realización de cinco películas. La primera de ellas, Senderos de Gloria consagrará a ambos, director y actor, en un filme total sobre la naturaleza de la guerra y el abuso de poder, con un final de demoledora tristeza. Ante la ausencia de Anthony Mann en rodaje y a petición de Douglas, Kubrick dirigirá su único encargo, la archiconocida Espartaco. La cual meterá al director en el mundo de las grandes producciones. Pese a ello, este filme tiene una naturaleza clara de peplum -se dice de aquellas cintas basadas en el mundo antiguo o grecorromano- hollywoodiense, una producción de gran presupuesto donde lo que importa es la escala, el espectáculo y los grandes actores. En esto último la cinta se luce, con escenas con miles de extras y escenarios hasta donde alcanza la vista, pero tanto de emoción como de la forma del cine de Kubrick carece por completo. 

La cinta me resulta muy plana en desarrollo y personajes y la falta de la autenticidad del director tampoco ayuda, aunque si bien es cierto tiene más acierto en su último tercio. Tiene escenas magistrales: el fraternal baño entre Tony Curtis y Laurence Olivier, la batalla final (rodada además en la Comunidad de Madrid) o la mítica "Yo soy Espartaco". Es una buena cinta de la época, de ahí que la recordemos con otros clásicos de romanos como Ben Hur (1959, William Wyler) o Quo vadis? (1951, Mervyn LeRoy), pero un mal filme del neoyorquino. Opino que un encargo está más que justificado, de algo tienen que vivir y es un método de financiar futuros proyectos, y en ningún caso debe empañar el legado de un visionario como Stanley Kubrick.

Además, no todo son malas noticias. Las continuas discusiones entre protagonista y director, permitieron a su productora romper el contrato de cinco películas, permitiendo carta blanca al neoyorquino para crear Lolita (1962), Teléfono rojo. Volamos hacia Moscú (1964) y a la cinta más importante de la historia: 2001: Una odisea del espacio (1968). De esta última, ya hablaremos en el futuro.



Resulta complicado hablar de Kubrick en unos momentos tan convulsos en el séptimo arte. En mi clase, comentamos su figura, respecto a la cuestión de justificar unos métodos abusivos por un fin superior. Un dilema, que si bien es necesario, no ahonda en el legado de uno de los mayores genios de este arte. Observemos con retrospectiva, que buscar culpables no nos aleje de disfrutar el arte. Y que si os gusta el cine, por favor, regalaros estas navidades una película de Stanley Kubrick.

Continua en el volumen II

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