Por Darío Calvo
Les Dames du bois de Boulogne (1945)
Jean (Paul Bernard) decide cortar con Hélène (María Casares) debido al distanciamiento entre ambos. Furiosa planea una venganza consistente en casar a su ex amante con Agnès (Elina Labourdette), una prostituta y bailarina.
Las damas del Bosque de Bolonia resulta sorprendente en el contexto de la obra de Bresson. Minimalista por antonomasía, ya sea a nivel narrativo o formal, encuentra aquí una obra transicional y limítrofe con el resto de su producción. Tras esta el director abandonará cualquier atisbo de similitud con el cine de sus coetáneos. La cinta se siente como un paso atrás respecto a su primera cinta, Los ángeles del pecado (1943). Si en la cinta previa nos encontramos con una película de narrativa depurada y humanista, acerca de la religión, el perdón y la soberbia; aquí, en su segunda cinta, tenemos una pieza de género. Un filme noir con elemento de melodrama. La venganza, la naturaleza del amor o el fantasma del pasado en una película de forma puramente clasicista, con actuaciones correctas y un desarrollo simple pero efectivo. Una obra que, de no ser por el hombre tras la cámara, habría caído en el olvido.
Sorprende. Es el último convencionalismo dentro de la carrera de un director visionario que cambiará el cine y su propio cine. Hasta el inicio de la producción de su siguiente cinta, Journal d'un curé de campagne, Bresson depurará su técnica al extremo, creando un estilo propio y personal. Nacerá el cinematógrafo, modalidad cinematográfica a nivel formal y narrativa, base del slow cinema.
Journal d'un curé de campagne (1951)
Recién salido del seminario, un joven cura (Claude Laydu) se instala como parroco de Ambricourt. Su mala salud, simple personalidad y fe contrastan con el silencio de su comunidad. Entre numerosos intentos de ayuda consigue sanar la herida de la condesa ante la muerte de su hijo. Tras su muerte, el ex seminarista será acusado de la muerte.
Adaptación de la novela homónima de Georges Bernanos y ganadora del Gran Prix del Festival de Venecia, es la pieza clave de la formación del conocido estilo personal de Bresson: silencio, actuaciones automatizadas, depuración narrativa y formal, etc. Esto sobre un guión excelente que muestra las descorazonadoras vivencias del joven cura en Ambricourt. Un hombre espiritual con una fuerte vocación para el resto pero maldito en su salud y en el silencio de Dios en un pueblo abandonado de personas maltrechas. Un pueblo enfrentado a un buen hombre, sencillo y enfermo, que dudará de su misión y posición. Una especie de San Manuel Bueno, mártir francés en su personal pasión a la cruz, con un final que mezcla tristeza y liberación. "¿Qué más da? Todo es gracia". Una obra trágica con un final prescrito. La obra transmite un gran abanico de emociones en su sentimentalismo y espiritualidad poética con un rostro protagónico (Laydu) como medio narrativo más.
André Bazin (crítico y autor de ¿Qué es cine?) dirá del filme que únicamente es comparable con La pasión de Juana de Arco (1928) de Carl Theodor Dreyer. Sentando la antesala para El proceso de Juana de Arco de Bresson en 1962.
Mouchette (1967)
Mouchette (Nadine Nortier), de madre enferma y padre alcohólico, vive en una Francia rural opresiva, maltratada por su padre e insultada por sus compañeras de clase. Huyendo en el bosque se encontrará con Arsène (Jean-Claude Guilbert) iniciando una improbable amistad.
Adaptando de nuevo a Georges Bernanos, tras Diario de un cura rural, Bresson seguirá la estela de Al azar de Baltasar (1966) en un filme "ensayo" que sigue a rajatabla planos y rincones de su cinta anterior. De hecho, es la película de planificación más rápida del director, con apenas cuatro meses entre las dos cintas. De ahí que sean prácticamente hermanas a nivel narrativo y forma. Mouchette es la historia de una pobre chica abandona a su suerte en un mundo cruel y miserable. Es insultada y golpeada, quedando cualquier atisbo de venganza en saco roto. Una situación de desesperanza y desarraigo que la empuja a la malinterpretación en una búsqueda de mero cariño. Un retrato de una Francia en extinción donde la emoción pesa más que la lógica, donde el amor mata.
Su final es triste, inhumano, en un acto más cotidiano en nuestros días de lo que parece a primera vista. Es doloroso ver como aunque los tiempos cambien, siempre existirán Mouchettes.
Une femme douce (1969)
Tras el suicidio de Elle (Dominique Sanda), su esposo Luc (Guy Frangin), regente de una casa de empeños, rememorara su vida en pareja planteando más preguntas que respuestas.
Adaptación de La sumisa de Dostoyevski, al que ya había adaptado en Pickpocket (1959) y adaptará posteriormente en Cuatro noches de un soñador (1971), la narración del filme cuenta con dos tiempos. Partiendo del suicidio de la protagonista, el momento más desgarrador y poético de la cinta, seguido del consiguiente conflicto interno de su marido. Aquí, un hombre dubitativo, se enfrenta a su anterior relación. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué? ¿Acaso no me amaba? Es en estas dudas, expuestas a su criada, que el filme introduce pedazos de esa vida juntos. De sus primeros encuentros, apresurada boda y rápida caída. La anatomía de un suicidio, que en última instancia se vuelve previsible. Dos seres humanos que atados por un amor, algo que ni ellos ni nosotros podemos describir, que se desenmascara como una obsesión. Todo bajo el sistema bressoniano, que elimina cualquier atisbo de expresión de los rostros, volviendo la imagen y acción mecánica.
La cinta lleva la fragmentación bressoniana a su máxima expresión. Partiendo desde el inicio, la cinta se irá construyendo de pedazos de realidad cortada. Culminando en una narrativa formal que muestra una experiencia vital fragmentada con ausencias, sin respuestas. Como nuestro protagonista, que verá no solventadas muchas de sus dudas.
Le Diable probablement (1977)
Charles (Antoine Monnier) lucha contra la apatía del mundo que le rodea, viviendo entre dos amores, Alberte (Tina Irissari) y Edwige (Laetitia Carcano). Su amigo Michel (Henri de Maublanc), miembro de una organización ecologista buscará promover el cambio en Charles, ya sea para fomentar su lucha o para evitar un posible suicidio.
Ganadora del Oso de Plata en el Festival de Berlín, en El diablo, probablemente muestra la cara más amarga de la contracultura de los años 60 y 70. Su desencanto y como en una Francia post-Mayo del 68, todo ha seguido igual. Igual es por eso, en ese intento e inacción posterior que se siente como un filme actualmente vigente. También en el retrato de una juventud, discriminada, manipula y tachada por la sociedad como el causante del problema. Un mundo, con claras reminiscencias a Cuatro noches de un soñador (1971), donde la destrucción del medioambiente se denuncia previo a nuestra era digital, sustentada en metraje documental. "Cuando más se puebla la tierra. Más inhabitable será". Y es que la inacción ya sea gubernamental o particular es uno de los temas de la película, que se muestra como síntoma de una sociedad podrida. Otro ejemplo en la cinta es la Iglesia, que promueve actos de reunión con los creyentes para desechar cualquier posible cambio. Una masa inmutable, donde Charles se siente vacío y desarraigado.
Es un filme con una visión muy amarga que desvela en sus conversaciones vitalicias muchos de los problemas de una sociedad hipócrita en la que aún seguimos viviendo. Con un final de una belleza asfixiante.
L'Argent (1983)
Yvon (Christian Patey) recibe de una tienda de fotografía un billete falso. Acusado falsamente denuncia al establecimiento, pero al ser nombrado culpable se verá despedido. Como un paria a ojos de la sociedad, su única alternativa será la delincuencia, sucumbiendo a la tentación del dinero.
En el último filme de Bresson observamos una crítica más amarga que en su cinta anterior. Pasaron sietes años desde El diablo, probablemente, ya que el director buscó de fondos de forma que mantuvieran integra su visión del proyecto. El resultado es una excelente película, basada en El cupón falso de Tolstói, que manteniendo una línea formal y de puesta en escena similar a su cinta anterior, ambas cintas parecen primas lejanas, con una potentísima carga poética y reflexiva en una clara crítica a nuestro sistema social y económico. "¡Oh dinero, dios invisible! ¿qué nos harás hacer?". Una reflexión de la condición humana supeditada a un dios visible que nos rige y condiciona, ante el cual solo podemos esperar un "milagro", base esto último de la escena más bella y profunda del filme. Es un filme conmovedor, injusto y sufrido, igual que lo era Mouchette o Al azar baltasar. Su última parte, el final de la filmografía del director francés, es dolorosa. Por la contradicción del ser humano, por la naturaleza de las imágenes fragmentadas, por su violencia, por su desaparición en la masa... Porque me recuerda que poco en muchos casos hemos aprendido de estos héroes y de que preferimos el medio por desconectar, que por conectarnos con lo humano.
Como dato curioso, Bresson fue ganador a mejor director en Cannes en su último estreno. Premio doble, ya que el galardón fue entregado por igual al francés y Andrei Tarkovski. Dos cineastas, dos genios, cuya aproximación al cine, respirando culturas diferentes, respiran una misma sensibilidad.
Este final de año cargado de esperanza e ilusión, espero que se prolongue al menos un año más. Y a los que estáis aquí...
¡Feliz navidad y próspero año nuevo!
Bibliografía
-Miradas de cine (ISSN: 1699-4930)
-Robert Bresson, (Santos Zunzunegui, Ediciones Cátedra)
-¿Qué es el cine? (André Bazin, Ediciones Rialp)
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